jueves, 30 de junio de 2016

Día #15: Stellenbosch (Cape Winelands) - Península del Cabo

El día ha amanecido despejado. Salvo una jornada en la que recordaréis no paró de llover, estamos teniendo bastante suerte. Nos encantaría tener unos graditos más, pero no nos vamos a quejar.
Hoy recorreremos uno de los valles repleto de viñedos que, por la época del año en la que estamos aquí, no refleja un colorido especial.
Ayer no llegamos a tiempo de realizar ninguna cata ni visita a alguna de las numerosas bodegas que hay por aquí. Así que hoy, aunque parezca extraño (y es que lo es), a las 10 de la mañana estábamos accediendo a una de las bodegas más premiadas de la zona.
Se encuentra en un paraje rodeado de vides y bosque, con un lago en medio...
Poca actividad en la bodega...
Queríamos hacer una cata de vino y quesos. Nos ha encantado. 4 vinos diferentes que maridan muy bien con otros tantos quesos.
Las explicaciones expertas que nos adelantaban los sabores, gustos, retrogustos, aromas, etc. con que nos íbamos a encontrar, ayudaban a unos no expertos en la materia como nosotros. Sauvignon Blanc, Chennin Blanc, Shiraz y Pinotage han sido los 4 tipos de vinos incluidos en la cata. El Pinotage nos ha parecido el más especial, un vino al que no estamos tan acostumbrados. Se trata de una variedad autóctona de este país, eso sí, mezcla de 2 de las uvas que introdujeron los hugonotes franceses hace años.
El entorno elegante, frente a la chimenea, un extra que ha ayudado a que la experiencia haya merecido la pena, aunque fueran las 10 de la mañana!

A partir de aquí, vuelta a la costa para recorrer la Península del Cabo, ese 'pico' que aparece en el sur de África. El viento es protagonista en todo momento, moviendo la arena hasta crear formaciones dunares, por las que había que pasar.
Pueblos dedicados al surf, como Muizemberg, lugar de veraneo de Agatha Christie.
...con sus características casetas de colores en la playa.
Y en todo momento refugiados debajo de las montañas.

La mayoría de estas pequeñas poblaciones costeras, tienen playa, puerto pesquero y unas casas estilo británico de dos plantas con barandillas de 'encaje' recuerdo de la colonización.

Hemos hecho una breve parada en una pescadería donde, además de vender pescado fresco, también te lo cocinaban al momento y te lo podías llevar. Así que, unos calamares y algo más ha sido nuestra comida de hoy. Riquísimo !

Al igual que ayer, en la playa de Boulders en el municipio de Simons Town, hay otra colonia de pingüinos que queríamos visitar.
Son tan bonitos...
Aquí es donde se les puede ver, todos en grupo. Quizás por la hora, no había tanta actividad como en Stoney Point, pero aun así, merecía la pena su simple observación.
Muchas crías que, la verdad sea dicha, son muy feas.
 Y un entorno precioso con un cielo que por momentos amenazaba de todo.
¿Son o no son graciosos?

Siguiente parada, un lugar mítico. Uno de esos sitios del que todos hemos oído hablar alguna vez, en un libro, una película, en la escuela... Se trata del Cabo de Buena Esperanza. Aquí lo podéis ver, fotografiado desde el faro que se encuentra más arriba.
Después nos hemos querido acercar a ras de mar, una mar enfurecida, enrabietada, no queremos ni imaginarnos como sería ir a ver las ballenas en el día de hoy... Hacía mucho viento.
Y por último la foto de rigor, para inmortalizar el momento. Otro de los hitos del viaje.

Desde aquí, seguimos rodeando la Península del Cabo, y optamos por tomar una carretera escénica que bordea el acantilado conocida como Chapmans Peak. El acceso no siempre está abierto, según las condiciones del tiempo. Incluso pensábamos que con el viento que soplaba no íbamos a poder tomarla, pero ha habido suerte.
A los que nos gusta conducir, atravesar estos pasos tan estrechos, pudiendo gozar de unas vistas tan espectaculares, nos emociona un montón. 
El cielo se estaba poniendo por momentos de un color que no presagiaba nada bueno...
...y si no, mirar esta foto de la bahía de Houts Bay con las montañas de Ciudad del Cabo al fondo, cubiertas por la niebla.

Llegando ya a Cape Town la niebla lo cubría casi todo, el sol quería seguir brillando y las casas de lujo se asomaban en las laderas de estos lugares residenciales a las afueras de la gran ciudad.

Finalmente, in extremis, hemos podido devolver el coche de alquiler y disfrutar de nuestra primera noche en esta cosmopolita ciudad. Por cierto, de noche, ha caído una súper tormenta y el viento ha estado soplando con mucha fuerza. Menos mal que las previsiones son que a partir del viernes va a mejor. Esperamos que no se equivoquen.

Día #14: Kleinbaai - Whale Coast

Hoy nos hemos despertado en la pequeña localidad de Kleinsbaai, que vive por y para el avistamiento de ballenas y del temido tiburón blanco. Esta zona del país está considerada como la mejor para observar estos animales. Ayer a la tarde, reservamos las dos ultimas plazas del barco que nos llevaría mar adentro con el objetivo de divisar algunas de las ballenas que desde primeros de Junio están iniciando su periplo hacia aguas más cálidas. Pero como en el Kruger, aquí nadie te asegura que las vayas a ver. De hecho, comentaban que no hay mucha actividad este año... Además de ballenas, es posible ver al gran tiburón blanco, delfines, focas y el pingüino africano.

Hemos llegado temprano al punto de encuentro. El staff de la empresa súper amable en todo momento. Café y muffins para entretener el estomago. Cuando ya estábamos todos (unas 25 personas), unas instrucciones de seguridad y después el capitán nos ha explicado cuál iba a ser la ruta a seguir. También nos ha advertido que las condiciones de la mar no eran las mejores y que de hecho, no saldrán más barcos en los próximos 3 días! Vaya, parece que hemos tenido suerte.

A las 10 horas, con el chaleco salvavidas y un chubasquero naranja, hemos zarpado del pequeño puerto de Kleinsbaai.
Hemos optado por sentarnos en el piso superior, con el aire golpeándonos la cara en todo momento. Menos mal que el sol siempre estaba presente. La mar sí que estaba movida, con mucho oleaje (marejada a fuerte marejada que dirían los del tiempo!) La tripulación súper amable. Había hasta 6 personas, incluyendo al ranger del mar...

Hemos conseguido ver fugazmente a 2 pingüinos en el agua con sus cabezas sobresaliendo levemente, hasta que se han asustado y se han vuelto a sumergir.

Más adelante, hemos llegado a una zona donde de repente... nuestra primera ballena ! Bieeeeeeen!
Pero espera, que no está sola, que hay otra..... no, no..... que hay incluso una tercera... qué pasada...

Hemos podido disfrutar un buen rato de ellas hasta que el capitán ha puesto rumbo a la isla de Dyer donde habita una colonia de focas. De camino, hemos visto a uno de los muchos barcos que llevan a la gente a sumergirse entre tiburones. Les ponen un señuelo, y en cuanto aparece un ejemplar... les dicen a los de la jaula:'inmersiooooooon'. La experiencia seguro que es alucinante, pero no va con nosotros. Al menos, hemos podido ver a algún ejemplar de este temido animalito.

Ya en Dyer Island, el ruido era ensordecedor. No sabemos cuántos ejemplares podría haber allí, cientos, miles...

Esta escena nos ha recordado a la de los obreros sentados en la viga en un rascacielos de New York!

Justo enfrente, hay otra islita donde se supone que habita el pingüino africano, especie en peligro de extinción. No hemos visto ninguno, lo cual ha sido una pena. 

Ya de vuelta, y antes de emprender la marcha nos han recomendado que todos bajáramos al piso inferior, más cubierto, ya que los 30' de regreso iban a ser muy moviditos, contra viento y marea, nunca mejor dicho. Aquí ya si, las tripas empezaban a moverse demasiado... Menos mal que al cabo de un rato, de repente, el capitán decide parar y nos dice que nos asomemos y veamos algo realmente maravilloso.

Alucinamos con las piruetas de este ejemplar de ballena, como juega con las olas, cómo no se cansa de sumergirse y volver a saltar... 
Y todo ello a muy poca distancia de nuestra embarcación...
Durante más de 30', el disfrute ha sido increíble. Incluso los miembros de la tripulación no paraban de sacar fotos. Tras este tiempo extra, vuelta a puerto. Mareos, vomitos... Vaya cuerpo que se nos ha quedado. Ni la sopa caliente que nos estaba esperando ha conseguido mejorar nuestro estado. 

Tras un rato de descanso, vuelta a la carretera, por la llamada Whale Coast ( Costa de las ballenas), con numerosas zonas costeras desde las que es posible divisar a estos cetáceos, incluso desde tierra firme. 

Una de estas poblaciones acoge una colonia de pingüinos. Se trata de la zona costera de Stoney Point, en Bettys Bay. 

Eran las 3 de la tarde, hora de mucho ajetreo en casa de los señores del frac, algunos ejemplares volvían de su jornada de pesca en el agua, 
otros cuidando de sus crías...
La verdad es que tienen algo especial que te hace quedarte medio tonto cuando les miras y admiras.
Todos ellos con la atenta mirada de los daissies.

Desde aquí da comienzo una carretera panorámica de esas que nos gusta conducir, con el océano a la izquierda y las montañas a la derecha. 
Un regalo para los sentidos. 

Nuestro destino final era Stellenbosch, una de las ciudades de la zona de viñedos del Cabo. Seguro que muchos de vosotros habéis probado alguna vez algún vino sudafricano. Nosotros llevamos ya unos cuantos en este viaje, pero en esta zona, vamos a disfrutar aún mas. Mañana os damos más detalles.