Hemos llegado temprano al punto de encuentro. El staff de la empresa súper amable en todo momento. Café y muffins para entretener el estomago. Cuando ya estábamos todos (unas 25 personas), unas instrucciones de seguridad y después el capitán nos ha explicado cuál iba a ser la ruta a seguir. También nos ha advertido que las condiciones de la mar no eran las mejores y que de hecho, no saldrán más barcos en los próximos 3 días! Vaya, parece que hemos tenido suerte.
A las 10 horas, con el chaleco salvavidas y un chubasquero naranja, hemos zarpado del pequeño puerto de Kleinsbaai.
Hemos optado por sentarnos en el piso superior, con el aire golpeándonos la cara en todo momento. Menos mal que el sol siempre estaba presente. La mar sí que estaba movida, con mucho oleaje (marejada a fuerte marejada que dirían los del tiempo!) La tripulación súper amable. Había hasta 6 personas, incluyendo al ranger del mar...
Hemos conseguido ver fugazmente a 2 pingüinos en el agua con sus cabezas sobresaliendo levemente, hasta que se han asustado y se han vuelto a sumergir.
Más adelante, hemos llegado a una zona donde de repente... nuestra primera ballena ! Bieeeeeeen!
Pero espera, que no está sola, que hay otra..... no, no..... que hay incluso una tercera... qué pasada...
Hemos podido disfrutar un buen rato de ellas hasta que el capitán ha puesto rumbo a la isla de Dyer donde habita una colonia de focas. De camino, hemos visto a uno de los muchos barcos que llevan a la gente a sumergirse entre tiburones. Les ponen un señuelo, y en cuanto aparece un ejemplar... les dicen a los de la jaula:'inmersiooooooon'. La experiencia seguro que es alucinante, pero no va con nosotros. Al menos, hemos podido ver a algún ejemplar de este temido animalito.
Ya en Dyer Island, el ruido era ensordecedor. No sabemos cuántos ejemplares podría haber allí, cientos, miles...
Justo enfrente, hay otra islita donde se supone que habita el pingüino africano, especie en peligro de extinción. No hemos visto ninguno, lo cual ha sido una pena.
Ya de vuelta, y antes de emprender la marcha nos han recomendado que todos bajáramos al piso inferior, más cubierto, ya que los 30' de regreso iban a ser muy moviditos, contra viento y marea, nunca mejor dicho. Aquí ya si, las tripas empezaban a moverse demasiado... Menos mal que al cabo de un rato, de repente, el capitán decide parar y nos dice que nos asomemos y veamos algo realmente maravilloso.
Alucinamos con las piruetas de este ejemplar de ballena, como juega con las olas, cómo no se cansa de sumergirse y volver a saltar...
Durante más de 30', el disfrute ha sido increíble. Incluso los miembros de la tripulación no paraban de sacar fotos. Tras este tiempo extra, vuelta a puerto. Mareos, vomitos... Vaya cuerpo que se nos ha quedado. Ni la sopa caliente que nos estaba esperando ha conseguido mejorar nuestro estado.
Tras un rato de descanso, vuelta a la carretera, por la llamada Whale Coast ( Costa de las ballenas), con numerosas zonas costeras desde las que es posible divisar a estos cetáceos, incluso desde tierra firme.
Una de estas poblaciones acoge una colonia de pingüinos. Se trata de la zona costera de Stoney Point, en Bettys Bay.
Eran las 3 de la tarde, hora de mucho ajetreo en casa de los señores del frac, algunos ejemplares volvían de su jornada de pesca en el agua,
otros cuidando de sus crías...
Desde aquí da comienzo una carretera panorámica de esas que nos gusta conducir, con el océano a la izquierda y las montañas a la derecha.
Nuestro destino final era Stellenbosch, una de las ciudades de la zona de viñedos del Cabo. Seguro que muchos de vosotros habéis probado alguna vez algún vino sudafricano. Nosotros llevamos ya unos cuantos en este viaje, pero en esta zona, vamos a disfrutar aún mas. Mañana os damos más detalles.
Jornada redonda¡¡ Qué suerte con las ballenas. A por otro día espectacular.
ResponderEliminarBesitos
Es k ver animales en su habitat no tiene precio... a veces no os sentiais un poco intrusos?
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